lunes, 15 de abril de 2013

"LAS CULTURAS DE MÉXICO"


Lizbeth Pérez Juárez
Licenciatura: Lengua y Cultura
Grupo: 601
EXAMEN I PARCIAL
15 ABRIL 2013
 
“Las Culturas de Nuestro País”
Nuestra Cultura

Cultura Maya

La civilización maya habitó una gran parte de la región denominada Mesoamérica, en los territorios actuales de Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador y en el comprendido por cinco estados del sureste de México: Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán, con una historia de aproximadamente 3000 años.
Durante ese largo tiempo, en ese territorio se hablaron cientos de dialectos que generan hoy cerca de 44 lenguas mayas diferentes. Hablar de los "antiguos mayas" es referirse a la historia de una de las culturas mesoamericanas precolombinas más importantes, pues su legado científico y astronómico es mundial. Contrariamente a una creencia muy generalizada, la civilización maya nunca "desapareció". Por lo menos, no por completo, pues sus descendientes aún viven en la región y muchos de ellos hablan alguno de los idiomas de la familia mayense.
La literatura maya ilustra la vida de esta cultura. Obras como el Rabinal Achí, el Popol Vuh, los diversos libros del Chilam Balam, son muestra de ello. Lo que sí fue destruido con la conquista es el modelo de civilización que hasta la llegada de los primeros españoles, había generado tres milenios de historia.
La conquista española de los pueblos mayas no se consumó hasta 1697, con la toma de Tayasal, capital de los mayas Itzá, y Zacpetén, capital de los mayas Ko'woj, en el Petén (actual Guatemala). El último estado maya desapareció cuando el gobierno mexicano de Porfirio Díaz ocupó en 1901 su capital, Chan Santa Cruz, dando así fin a la denominada Guerra de Castas.
Los mayas hicieron grandes e impresionantes construcciones desde el Preclásico medio y grandes ciudades como Nakbé, El Mirador, San Bartolo, Cival, localizadas en la Cuenca del Mirador, en el norte del Petén, y durante el Clásico, las conocidas ciudades de Tikal, Quiriguá (ambas las primeras en ser declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en 1979 y 1981 respectivamente), Palenque, Copán, Río Azul, Calakmul, Comalcalco (construida de ladrillo cocido), así como Ceibal, Cancuén, Machaquilá, Dos Pilas, Uaxactún, Altún Ha, Piedras Negras y muchos otros sitios en el área. Se puede clasificar como un imperio, pero no se sabe si al momento de colonizar impusieron su cultura o si fue un fruto de su organización en ciudades-estado independientes cuya base eran la agricultura y el comercio. Los monumentos más notables son las pirámides que construyeron en sus centros religiosos, junto a los palacios de sus gobernantes (lugares de gobierno y residencia de los nobles), siendo el mayor encontrado hasta ahora el de Cancuén, en el sur del Petén, muchas de cuyas estructuras estaban decoradas con pinturas murales y adornos de estuco. Otros restos arqueológicos importantes incluyen las losas de piedra tallada usualmente llamadas estelas (los mayas las llamaban tetún, ‘tres piedras’), que muestran efigies de los gobernantes junto a textos logográficos que describen sus genealogías, entronizaciones, victorias militares, y otros logros. La cerámica maya está catalogada como una de las más variadas, finas y elaboradas del mundo antiguo.

 

La Cultura Olmeca
La cultura olmeca o cultura madre es el nombre de la civilización que se desarrolló durante el Preclásico Medio. Aunque se han encontrado vestigios de su presencia en amplias zonas de esta área cultural, se considera que el área nuclear olmeca —o zona metropolitana— abarca la parte sureste del estado de Veracruz y el oeste de Tabasco. Se desconoce, a cabalidad, la filiación étnica —esto es, quiénes son los antepasados de este pueblo—; sin embargo, hay numerosas conjeturas que han intentado resolver el problema de la identidad de los olmecas. En ese sentido, es necesario hacer la aclaración de que el etnónimo olmeca les fue impuesto por los arqueólogos del siglo XX, y no debe ser confundido con el de los olmeca-xicalancas, que fueron un grupo que floreció en el Epiclásico en sitios del centro de México, como Cacaxtla.
Durante mucho tiempo se consideró que la olmeca era la cultura madre de la civilización mesoamericana.1 Sin embargo, no está claro el proceso que dio origen al estilo artístico identificado con esta sociedad, ni hasta qué punto los rasgos culturales que se revelan en la evidencia arqueológica son creación de los olmecas del área nuclear. Se sabe, por ejemplo, que algunos de los atributos propiamente olmecas pudiesen haber aparecido, primero en Chiapas o en los Valles Centrales de Oaxaca. Entre otras dudas que están pendientes de respuesta definitiva, está la cuestión de los numerosos sitios asociados a esta cultura en la Depresión del Balsas (centro de Guerrero). Sea cual haya sido el origen de la cultura olmeca, la red de intercambios comerciales entre distintas zonas de Mesoamérica contribuyó a la difusión de muchos elementos culturales que son identificados con la cultura olmeca, incluidos el culto a las montañas y a las cuevas; el culto a la Serpiente Emplumada, como deidad asociada a la agricultura, el simbolismo religioso del jade e, incluso, el propio estilo artístico, que fue reelaborado intensamente en los siglos posteriores a la declinación de los principales centros de esta sociedad.
 
 
Cultura Teotihuacana
Teotihuacan (náhuatl: Teōtihuácān, 'Lugar donde fueron hechos los dioses; ciudad de los dioses')?nota 1 es el nombre que se da a la que fue una de las mayores ciudades de Mesoamérica durante la época prehispánica. El topónimo es de origen náhuatl y fue empleado por los mexicas, pero se desconoce el nombre que le daban sus habitantes. Los restos de la ciudad se encuentran al noreste del valle de México, en los municipios de Teotihuacan y San Martín de las Pirámides (estado de México), aproximadamente a 45 kilómetros de distancia del centro de la Ciudad de México. La zona de monumentos arqueológicos fue declarada Patrimonio de la Humanidad por Unesco en 1987.
Los orígenes de Teotihuacan son todavía objeto de investigación entre los especialistas. Alrededor del inicio de nuestra era, Teotihuacan era una aldea que cobraba importancia como centro de culto en la cuenca del Anáhuac. Las primeras construcciones de envergadura proceden de esa época, como muestran las excavaciones en la Pirámide de la Luna. El apogeo de la ciudad tuvo lugar durante el Periodo Clásico (ss. III-VII d. C.). En esa etapa, la ciudad fue un importante nodo comercial y político que llegó a tener una superficie de casi 21 km2, con una población de 100 mil a 200 mil habitantes. La influencia de Teotihuacan se dejó sentir por todos los rumbos de Mesoamérica, como muestran los descubrimientos en ciudades como Tikal y Monte Albán, entre otros sitios que tuvieron una importante relación con los teotihuacanos. El declive de la ciudad ocurrió en el siglo VII, en un contexto marcado por inestabilidad política, rebeliones internas y cambios climatológicos que causaron un colapso en el Norte de Mesoamérica. La mayor parte de la población de la ciudad se dispersó por diversas localidades en la cuenca de México.
Se desconoce cuál era la identidad étnica de los primeros habitantes de Teotihuacan. Entre los candidatos se encuentran los totonacos, los nahuas y los pueblos de habla otomangueana, particularmente los otomíes. Las hipótesis más recientes apuntan a que Teotihuacan fue una urbe cosmopolita en cuyo florecimiento se vieron involucrados grupos de diverso origen étnico, como muestran los descubrimientos en el barrio zapoteco de la ciudad y la presencia de objetos provenientes de otras regiones de Mesoamérica, sobre todo de la región del Golfo y del área maya.
Teotihuacan ha sido motivo de interés para las sociedades posteriores al declive de la cultura teotihuacana en Mesoamérica. Sus ruinas han sido exploradas desde la época prehispánica, entre otros, por los toltecas y los mexicas. El descubrimiento de objetos teotihuacanos en los yacimientos arqueológicos de Tula y el Templo Mayor de México-Tenochtitlan así lo confirma. En la mitología nahua posclásica, la ciudad aparece como el escenario de mitos fundamentales como la leyenda de los Soles de los mexicas.
Actualmente, los restos de Teotihuacan constituyen la zona de monumentos arqueológicos con mayor afluencia de turistas en México, por encima de Chichén Itzá y Monte Albán. Las excavaciones arqueológicas en Teotihuacan continúan hasta nuestros días, y han dado como resultado un paulatino incremento en la calidad y cantidad del conocimiento que se tiene sobre esta ciudad, de la que, por cierto, se desconocen cuestiones tan importantes como su nombre original y la filiación étnica de sus fundadores. Se sabe, en cambio, que fue un sitio cosmopolita, por la presencia documentada de grupos originarios de la costa del Golfo de México o de los Valles Centrales de Oaxaca.

 

La Cultura Zapoteca
 
La cultura zapoteca es la expresión precolombina del pueblo zapoteco, que históricamente ocupó el sur de Oaxaca, así como parte del sur del estado de Guerrero y parte del sur del estado de Puebla y el istmo de Tehuantepec (México). En la época precolombina, los zapotecas fueron una de las civilizaciones más importantes de Mesoamérica

miércoles, 10 de abril de 2013

"Los Murales en México como expresion Cultural"


"Los Murales en México como expresion Cultural"
 

De acuerdo con la concepción de que las diversas vertientes artísticas reflejan la realidad y la cultura de todas las regiones del mundo, el muralista Gustavo Chávez Pavón busca plasmar la esencia de México.
Como parte de su obra, este pintor que se define a sí mismo como autodidacta, llena de vida más de 30 paredes en escuelas públicas del estado de México dentro del programa Los muros de la educación, auspiciado por la Secretaría de Educación Pública estatal.
Su obra más reciente, titulada Nuestro corazón es del color de la tierra y terminada hace un año, se inauguró recientemente en la escuela secundaria Luis Guevara Ramírez, en Cuautitlán. Mide 12 metros de ancho por seis de alto y adorna uno de los patios principales de este recinto educativo.

 Este mural representa a la madre tierra. Su cabeza está coronada con un penacho similar al del emperador azteca Moctezuma, detalle que simboliza la “reivindicación de la mujer como parte fundamental en nuestra cultura”, precisó Chávez Pavón.
Además, la mujer lleva en cada mano una mazorca con pequeños rostros pintados en los granos, que “representan a todos los grupos indígenas de América Latina”, señaló el pintor, quien además explicó que la figura simula estar plasmada sobre un ayate, “parecido al de la Guadalupana, también con sus resplandores, sólo que estos son de color negro”.
La razón que definió el contenido de este mural, con ideologías indígena, fue enfatizar “la lucha interminable por la libertad y la autonomía de los pueblos indios, por reivindicar nuestra cultura, por ser felices. Se refiere a la dualidad con la que los indígenas visualizaban al mundo”, apuntó el pintor.


Por otro lado, Chávez Pavón explicó que este programa no sólo pretende adornar muros, sino que trata de involucrar a los estudiantes y profesores de cada colegio en el proyecto, para que de alguna manera también contribuyan a la supervivencia y difusión del muralismo mexicano.
De esta manera, los alumnos y el personal de la escuela, además de desarrollar su creatividad y sus habilidades artísticas y utilizar la pintura como una forma de expresión, coadyuvan a que esta corriente pictórica persista en el país.
Resaltó que uno de los objetivos primordiales del muralismo es dejar testimonio de nuestra identidad nacional, raíces y cultura para que no se extingan.


 Respecto a la situación del muralismo en México, Chávez Pavón afirmó que “el futuro lo hacemos hoy. Estamos construyendo ese movimiento, ésa es parte de la intención de este proyecto”.
 Asimismo destacó que grupos como el Movimiento de Muralistas Mexicanos (MMM), colectivos de grafiteros, estudiantes y personas interesadas en el resurgimiento de esta disciplina, apoyan esta “forma de expresión de una cultura, de un pueblo y hasta de una clase social. “La demanda de murales crece, estamos retomando calles y muros, exportamos muralismo y dignidad. Este intercambio es de pueblo a pueblo, no es oficial ni gubernamental, es como arar en el mar, como ir contracorriente”, finalizó.